martes, 29 de enero de 2013

El peligro de la historia única

Hoy en Pura Cultura, analizaremos en sendos artículos periodísticos cual es el peligro de la situación de monopolio de la información que vemos cada día, y como ella crea y manipula nuestras realidades. Y como estamos hablando del peligro de la historia única, os ofreceremos tres versiones diferentes:


1.


Constantemente se acusa a la publicidad o a las empresas de crear estereotipos, pero no nos damos cuenta que la misma historia que aprendemos desde pequeños esta sesgada, incompleta. Es muy difícil abarcar todos los puntos de vista, todo el conocimiento, todas las perspectivas, en definitiva, es prácticamente misión imposible ser objetivo y dejar de ser un producto de nuestro propio contexto.

Por tanto, partiendo de lo engorroso y arduo que es deshacerse de los prejuicios, ya que siempre clasificamos al percibir algo, no es menos cierto que en nuestras manos está el abrir horizontes, romper barreras y esforzarnos por ampliar nuestra cultura. Hay muchos medios para ello, pero hay que querer hacerlo, ser activos y dar un paso adelante si realmente queremos mejorar como individuos.

Pero y los medios ¿Qué responsabilidad tienen los medios? ¿Qué pueden hacer los periodistas? Eso ya es otro cantar. Quizá deberíamos detenernos en los poderosos y maquiavélicos empresarios que impiden al mero trabajador de la información trasladar su preocupación por lo que ocurre allá o lo desafortunado que es no conocer tal historia, pero sería pararse en lo de siempre, escudarse en un muro de autocomplacencia que ladrillo a ladrillo solo crea desinterés por otras personas, de otras culturas sí, pero personas, semejantes, iguales.

Hay más medios que nunca y la globalización de la que se jactan algunos debería dar sus frutos, que hace bastante tiempo que se plantó el árbol. Disponemos de millones de opiniones, blogs, guías y  libros en Internet, no es excusa el obstáculo del idioma, no hay obstáculos, solo falta de interés.

El mismo periodista debería mirar más allá de sus propias fronteras, pero no hay tiempo, no hay espacio, solo hay sitio para lo más inmediato, lo irrisorio, lo que aporte beneficio a la empresa.

Ante esto, y ya que en las televisiones públicas resuenan unos estertores de muerte anunciada, no queda otra que crear plataformas fuera de la jornada laboral del periodista. Debe comenzar una búsqueda del periodismo realmente comprometido con lo que siempre fue su objetivo: servir al ciudadano.  Hay que romper con las leyendas urbanas, los mencionados estereotipos, hay que olvidarse de la discriminación, del maltrato a las minorías.

¿Cómo sería poder ver en televisión cada día, al menos en una cadena, la historia de un país? Cultura, costumbres, pasado, realidad y profundizar en ello, no solo se ensañarse con las miserias. Imaginen despertar el interés de la gente ¿quimera? La cuestión más importante sería plantearnos dejar de ser menos de lo que podemos ser.

Sobre estereotipos y su creación

-Katz, D., & Braly, K. (1933). Racial stereotypes of one hundred college students.


Andrés Rodríguez




2. 


Los medios de comunicación nos ofrecen una única visión sobre los países del sur, noticias conocidas como “guetos informativos”, donde se ofrece la realidad más cruda, lejana y empobrecida de los ciudadanos de estas poblaciones. Desconociendo el resto de cultura y otros acontecimientos que tengan lugar en estas regiones. 

En el vídeo de la escritora Chimamanda Adichie, pudimos observar como la gente desconoce las costumbres de los países del sur, teniendo conceptos muy vagos sobre las mismas, ya que solo sabemos lo que los medios nos aportan, porque lo que interesa son las catástrofes, terremotos o muertes, que parece ser lo que vende, debido a que el morbo y lo noticioso es lo mas importante para las informaciones que aparecen en las noticias de la televisión. 

En la conferencia de esta escritora apreciamos diferentes ejemplos, como es el de su vida en una universidad de América, en la que una de sus compañeras se sorprendía por su buena comunicación en la lengua inglesa o bien por su rica cultura. También otro de los ejemplos que explicaba Chimamanda era el del criado que tenían a cargo de las tareas del hogar y al que le daban todo tipo de atenciones (comida), ya que éste era pobre. Además durante la conferencia, la autora se mostraba divertida en algunos sucesos que contaba por el “desconomiento” de las amistades que hizo en otros países y los pensamientos que tenían acerca de sus costumbres. 

En definitiva, los medios deberían mostrar otros aspectos de las culturas de estos países, porque es vergonzoso solo saber de las desgracias de estos y tener un vacío sobre estos temas que en verdad nos enriquecen como comunicadores y tenemos que saber de sus vidas para ver la otra de cara de estas personas y cambiar de nuestra mente los estereotipos creados por el lado sensacionalista de los medios de comunicación de masas. 



Rosa Torres







3.


Pensar que puede existir una única historia es pensar que sólo hay una realidad o una verdad, y eso sería no pensar o estar haciendo algo mal. 

Un estereotipo no es un tipo que le guste la música en stereo, esta palabra en la antigua Grecia definía una impresión, tipo, que es sólida. Una idea sólida sobre algo, no necesariamente cierta. Todos los conocemos, es ese chico que está en todas las fiestas y que nadie invita, el brócoli, o esa amiga que siempre te da el coñazo: nadie sabe cómo, pero siempre están allí. En el periodismo hay tantos estereotipos como historias: los africanos son pobres y miserables, en el pacífico no hace más que llover, y los cubanos son felices y bailan salsa. Son historias únicas, que nos imponen unos cuantos, con el fin de reducir todo a una realidad, la que más les convenga.

El problema con los estereotipos es que sean todo lo que hay, que es lo que pasa precisamente. ¿Qué sabemos de Japón, aparte de los terremotos y el sushi? ¿Y de África, que incluso algunos se refieren a ella como un país? ¿Qué sabemos en verdad de las cosas? ¿Sabemos algo? Pues casi nada, ni tú, ni yo, no nos engañemos. El problema es que vivimos en un mundo de estereotipos, son las verdades únicas y absolutas (va a ser que existen) y los damos por sentados.

Pero la madre gorda y fea de todos los problemas es que lo hagan los periodistas (sin ánimos de generalizar y caer en lo mismo), que aunque poco, cobran, por decir estupideces. El estereotipo periodístico es el más peligroso de todos, porque va de traje y corbata, parece serio, habla bien y es creíble. 

Es cierto que muchas veces se trata de una presión maquiavélica y macabra de los directivos y los consejos administrativos, que obliga a los peones periodistas, a decir lo que a ellos les salga de los huevos, vale. Pero a veces es el propio periodista el que no sabe ver más allá de sus narices, el que se conforma con cómo funcionan las cosas. Se supone que son los comunicadores los que deberían llevar información honesta e imparcial, no ya objetiva y absolutamente correcta, pero al menos más documentada y profunda, fiel a una realidad específica, de entre tantas que hay. El periodismo se encarga de transmitir información, llevar el conocimiento de la actualidad, y debe hacerlo cómo sea: en blogs, páginas web, redes sociales o puerta por puerta.

Al final se trata de, como diría Ezequiel Paz ‘no escribir como periodista, lo que no se pueda decir como caballero’’. 


Por último, si queréis saber más al respecto de una forma más seria y profesional:



Del estereotipo al amarillismo. Prácticas periodísticas incorrectas en el tratamiento de grupos sociales vulnerables, artículo escrito por Aurora Labio Bernal



Joaquín Valentín





No hay comentarios:

Publicar un comentario